Papelón...
Millonarios lo tuvo todo para traerse los tres puntos de la ciudad de Cúcuta luego de 17 años. El rival no jugó a nada y tenía un hombre menos en el campo y con todo y eso logró ganar en los minutos finales del partido. Por todo el desarrollo del juego y por lo que hizo Millos y lo que hizo el rival, lo de hoy no puede tener otro calificativo. Fue vergonzosa la presentación de Millonarios y sobre todo el resultado. Partidos como estos son los que por nada del mundo hay que dejar escapar, y Millos lo dejó escapar, dejó ir tres puntos cómodos de no creer.
Millonarios volvió a jugar con dos volantes de contención, el sacrificado fue Diego Cochas que fue al banco de suplentes. Así las cosas, Millonarios empezó con Blandón; Tobar, Mosquera, Cortez y Cortés; Bedoya, Robayo, Ciciliano, Estrada; Carreño y Vanemerak Jr. El principio del partido fue muy parejo, sobre todo en la mitad de la cancha. Ni Cúcuta ni Millonarios pasaban a hacer daño en área rival. Millonarios jugó en ataque con una estrategia clara: buscar la zona derecha del campo abriendo la cancha buscando a Carreño para el desborde. En los primeros 20 minutos de partido Millos solamente tuvo una opción de gol con un cabezazo desviado de Vanemerak. El primer gol del partido llegó para Millonarios en una falta de costado, Jonathan cobró con un pase a ras de piso que encontró a Ciciliano solitario en el área rival para disparar y marcar, una clara jugada preparada, y muy bien preparada a decir verdad. Con el marcador en ventaja, para Millonarios las cosas empezaron a hacerse más fáciles, ya que Cúcuta atacaba con mucho desespero y sus jugadas ofensivas no pasaban mayor riesgo para la zaga azul, salvo un par de equivocaciones de Roberto Carlos Cortés que por poco culminan en gol. El partido estaba liquidado, eso parecía. Blandón mostró quejas de molestias en uno de sus muslos pero continuó en el juego. Y cuando Millonarios lo tenía todo listo, cuando el Cúcuta era un mar de imprecisiones y todos los hinchas teníamos la tranquilidad en su máximo nivel, una jugada de pelota quieta significó el gol con el que el local empató el partido, increíble. Y acto seguido, ahora si Blandón no pudo continuar y en su lugar ingresó un debutante: Andrés Acosta. El juvenil arquero embajador, por obvias razones, mostró muchísima inseguridad. Así terminó el primer tiempo.
Para el segundo tiempo Millonarios logró acoplarse mejor en la cancha y desde el principio tuvo la iniciativa. Los dos volantes de marca se tomaron el rol protagonista del juego y opacaron totalmente al medio ofensivo del equipo local. Poco a poco Millonarios se fue acercando cada vez con más riesgo al arco rival, el segundo gol era intuíble. El técnico local envió a sus dos mejores atacantes al tiempo, pero uno de ellos, el boliviano, le pegó un codazo a Andrés Mosquera y salió expulsado. Lo primero que todos nos imaginamos fue que el árbitro iba a compensar al local, situación que alcanzó a pasar por un instante, pues después de la expulsión el central sacó tarjetas amarillas a varios jugadores azules, inclusive por situaciones que nisiquiera eran infracciones, algo hasta normal en este país y sobre todo cuando el que juega es Millos. Con el hombre menos, el equipo local no volvió a acercarse al arco azul, y desde el ingreso de Cochas por Tobar sólo hubo un equipo en el campo, y ese fue Millonarios. El equipo de Vanemerak llegó con riesgo muchas veces, pero en el momento de la definición cada una de las opciones era despilfarrada increíblemente. Cúcuta quiso alejar el balón de su arco y aguantar el empate hasta más no poder. La victoria ya no era merecida, sino también obligada, por todo lo ocurrido. La tarde de Martín García -ingresó por Vanemerak- es para el olvido. A un minuto del final del tiempo regular, el Cúcuta anotó el segundo y lapidario gol, una vaselina de Eudalio Arriaga que cogió totalmente mal parado a Acosta que pecó de ingenuo. Cualquier otro arquero saca ese balón, pero Acosta no. Ese gol cayó como un baldado de agua helada para todos. Era inexplicable lo que sucedía. Un Cúcuta limitado derrotó sin querer a Millonarios, y peor aún, le volteó el marcador, inadmisible.
Si revisamos la nómina del Cúcuta vemos que hay buenos jugadores, sin embargo, en conjunto ese equipo no juega a nada. Todos los que hasta hoy visitaron el General Santander sacaron puntos (incluye torneo local y Copa Libertadores), pero Millonarios pasó una verguenza y regresa con las manos vacías. Marcadores como estos son los que pueden jugar un papel determinante en el futuro a la hora de una clasificación a semifinales. Millonarios tuvo el papayazo y lo desperdició de una manera infame. Un amigo me decía recién terminó el partido que "era mucha sal". Se equivoca, lo de hoy no fue sal, lo de hoy fue simplemente un papelón. Tal vez es eso lo que hoy más nos duele, que el partido era totalmente ganable y Millonarios lo tenía listo, pero lo perdió. De no creer.
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