Entrenando con el chiquillo
Se sabía, se veía venir. Hoy estuvimos pocos en el estadio, estuvimos los de siempre. Los que sin importar el rival, la fecha, hora, posición o certamen estamos presentes. A nosotros, a diferencia del resto, nos gusta ver a Millos siempre y no somos acomodados para alentar solo cuando el equipo gana. A nosotros, a diferencia del resto, nos hace mil veces más felices un triunfo y nos hace mil veces más tristes una derrota. Nosotros, a diferencia del resto, amamos de verdad a Millonarios. Y por eso estuvimos hoy, en un partido por momentos malo, que de verdad pareció un entrenamiento más. Con Millonarios jugando a media máquina y con un hombre menos durante 75 minutos, pero que aun así logró llevarse una victoria en las postrimerías del partido con un señor golazo de Marcelo Tejera que pagó la boleta ante un cobarde, mezquino y pegador equipo boyacense, amparado vilmente por el silbato de Luis Sánchez, el peor árbitro en mucho tiempo en El Campín.
Millonarios arrancó bien, fue por eso que apenas sobre los 8 minutos llegó el primer gol. Luego de un tiro de esquina Andrés Salinas cabeceó magistralmente para anotar el que fue el primer gol del partido y el primer gol de su carrera profesional; más que merecido. Lamentablemente la alegría duró poco porque apenas tres minutos después, en la única falla defensiva y de contención, en donde se vio una pasividad absoluta, llegó el empate.
Y cuatro minutos después empezó el circo del que se hizo pasar por juez central. Una expulsión tan infame como injusta a Ciciliano, el concierto de pito siempre a favor de la visita. Ante la ausencia, Villagra tomó un rol importantísimo. Colaboró como nunca en la marca, reemplazó el papel de Ciciliano con honores, fue el mejor partido del paraguayo en mucho tiempo, lamentablemente aun falta el gol, pero el sacrificio que hizo es bastante detacable.
Mientras Millonarios se las arreglaba para dominar el partido aún con el jugador menos, Chicó se dedicó a quemar tiempo, sus jugadores se convirtieron en asiduos visitantes del piso al mismo tiempo que incrementaron su nivel de pierna fuerte. Si a Ciciliano lo expulsaron por una acción que tal vez y por mucho era sólo de amarilla, a los jugadores de Chicó habría que encarcelarlos. Jonathan Estrada tomó los hilos del equipo, bien acompañado por Álex Díaz en la izquierda y por Érvin en la derecha,
El segundo tiempo empezó muy aburrido, Chicó estaba firmando el empate desde que hizo el gol, y Millonarios, tal vez buscando cuidar a sus jugadores para el partido del 7 de Noviembre con América de México, bajó considerablemente su profundidad, haciendo al partido más monótono y aburrido por instantes. Después vinieron los cambios: Pérez por Mosquera (quien sufrió un esguince de rodilla pero todo indica que puede jugar el miércoles), Tejera y Telembí por Érvin y Villagra. Chicó trató de atacar más, pero nunca pudieron pasar por nuestra defensa.
Y Tejera avisó en un muy buen tiro libre que milagrosamente sacó el arquero Noriega, era el preaviso, nadie se imaginaba lo que venía. Corría el minuto 90, cuiando Millonarios a media marcha, sin querer desgastarse, tuvo una chance más, la pelota le cayó al uruguayo que sin pensarlo puso un globo monumental entre la línea final y el portero. GO-LA-ZO, apenas justo y merecido.
Ya después vinieron las risas, Chicó jamás empataría, ese equipo, dedicado a la patada y el puño limpio casi se lleva un empate inmerecido. Además este era un partido de seis puntos y logramos recuperar terreno en la reclasificación. Además matemáticamente y aunque suene imposible, los cuadrangulares están ahí cerca, y sólo un milagro nos clasificaría.
Al final, el grito de batalla que bajó desde norte y se expandió en todas las tribunas del estadio: "Olelé, Olalá, Regálame la Nissan, se acerca navidad". Es cierto, este miércoles en el Campín el juego de ida ante América de México.
Fuimos los de siempre, pagamos los de siempre y ganamos... los de siempre, entrenando.
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