octubre 05, 2007

Próxima Parada: Sao Paulo, Brasil

El que escribe estas líneas no está cuerdo. Está enamorado, está tomado. Está loco por Millonarios. Poco le importa si mañana tiene que trabajar, poco le importa si mañana tiene algo más que hacer. Hoy sólo importa que ganamos, hoy sólo importa que seguimos vivos. Que Millonarios ya está entre los ocho mejores del certamen.

Si alguien en el continente por absurdo que sea no conocía lo que es Millonarios, esta noche -o mejor, anoche- lo acabó de conocer. La IFFHS (o como sea la sigla) sacó recientemente la lista del ranking de clubes del mundo. Colo Colo aparecía segundo, nadie lo creyó, por supuesto. Y Millonarios le ganó hoy al Colo Colo, el rival más duro de muchos años, y sigue vivo y entero en la Copa Sudamericana. Todo gracias a tres factores determinantes: Dios, la suerte y la entrega.

Un partido duro, de esos que ganar resulta más satisfactorio aún. El rival jugó muy bien -no solo el partido, toda la serie-, fue un dignísimo rival. Nada que decir, el primer tiempo sobre todo, y los últimos diez minutos fue muy superior. Tanto así que hoy tengo más canas que ayer, mis uñas no existen más. Del equipo chileno hay que decir que hacía rato no se veía un rival tan complicado. Pero, con todo y lo duro que resultó la vuelta, Millonarios se fue arriba en el marcador, en una de las pocas llegadas del primer tiempo, luego de un rebote, apareció la pierna de Andrés Mosquera para vencer el arco chileno y poner el 1-0. La alegría duró muy poco, ya que cuatro minutos después el equipo chileno empató con un golazo del delantero uruguayo Biscayzacú, que dejó todo empatado para el medio tiempo, con un equipo chileno que tuvo más la pelota y generó riesgo, y un equipo millonario fiel a su estilo de entrega y coraje.

El segundo tiempo cambió. Millonarios fue esta vez el dueño del partido, tuvo la pelota, manejó el reloj e inclusive creó opciones claras, todo hasta el minuto 80, cuando otra vez Colo Colo se apoderó del control del partido y así generó opciones clarísimas salvadas en el área chica por la defensa, e incluso una de ellas terminó siendo salvada entre el arquero Blandón y el travesaño, así terminó la historia en los 90 -o 180- minutos: con un legítimo empate a un gol.

Vinieron los penales, y con ellos la ansiedad más grande. Todos convirtieron en la serie de cinco. Para destacar los cobros de Quintero, Martínez y Bedoya. Vino la sexta tanda y nada cambió, hasta que Sanhueza cobró. Para muchos la figura del partido de Bogotá y uno de los jugadores referentes del equipo chileno. El jugador cobró con borde interno y el golero millonario adivinó y fue al mismo palo, así atajó. Era la oportunidad para Jonathan Estrada. El calvo se paró en frente del balón y su disparo inatajable se coló en el arco sur del estadio monumental de Santiago de Chile. Ahí estaba todo definido. En Bogotá un grito de gol de esos que nunca se olvidan, en Santiago un puñado de hinchas azules que gritaron ese gol aún más que los 40 mil chilenos que los acompañaban.

Vino el llanto, vino el alcohol, vino otra alegría por cuenta del embajador. Es que, pocos lo entienden, pero lo que despierta Millonarios para muchos de nosotros, lo que este equipo nos hace sentir y vivir no es para menos. Este ha sido el más duro rival en mucho tiempo y Millonarios salió avante con casta, fiel a lo Millos, fiel al empuje, fiel al trabajo, fiel a la unidad. Aún en Bogotá hay festejos, que no van a parar, por lo menos hasta la mañana del domingo, cuando los heridos mierdolagas nos "reciban" en el Atracacio, seguramente con un arbitraje ya arreglado para llorar sobre la leche derramada.

Lo único que puedo decir como conclusión es que a este equipo lo llevo en el corazón. Quienes me conocen saben lo que significa esto para mi, por eso, a todos aquellos que están siempre presentes, los que se bancaron los malos resultados al comienzo así como yo pero nunca abandonaron, les dedico aún más esta clasificación. Y a los jugadores sólo puedo decirles que: Símplemente gracias, por sacarme nuevamente una sonrisa enorme e inborrable y por darle una nueva alegría a este corazón.

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