Infinitamente Superiores
Brillante, espectacular, sólo así puede definirse lo que vimos todos en la cancha del estadio El Campín. Otra victoria, otra clasificación, otra fiesta inmensa que seguro aún no ha terminado y que seguirá de largo mañana. Qué partido, qué noche, qué recuerdo. De verdad que faltan palabras para explicarlo, es tanta la emoción que es realmente difícil de describir. Millonarios hizo ver diminuto al mejor equipo de Brasil, con categoría, con temple, con el corazón.
Una noche 10 puntos en todo sentido, sin distracciones, sin problemas. Sao Paulo llegó con peligro dos veces en los noventa y tantos minutos de partido, eso fue todo. El resto fue todo azul, para el recuerdo. El mejor partido de Millonarios en todo el semestre lejos, aún mejor que esa noche en el Atracacio. Lo de hoy fue simplemente de no creer. No hubo errores, ninguno de los nuestros jugó mal. Todos estuvieron a la altura del espectáculo, de la hinchada, del rival, del certamen, de la fase en la que estábamos. Hoy, Millonarios se convirtió en el primer semifinalista de la Copa, de una manera clara, justa y merecida. Ninguna persona en este país ni en el mundo puede contrarrestar lo que todos vimos. Nadie puede quitarle el mérito, fue más que claro.
La hinchada cumplió: el estadio lleno, las "dos salidas" (cuando salió el equipo y después de que sonara el himno nacional) llenas de humo azul y blanco en cantidades inimaginables. Los rollos, el papel. No pudo ser mejor porque la policía no dejó entrar algunas astas, pero fue algo para enmarcar. Además, ese aliento ferviente antes, durante y después de que terminó el partido lo dice todo. Tanto así que la salida del estadio se demoró más de lo normal, porque todos queríamos quedarnos otro rato más.
Varios presagios de muchos hoy no se dieron. Primero el del clima: Cuando sobre el medio día una nube gris oscura se aprovisionó del cielo capitalino todos imaginamos una noche con lluvia, un aguacero. Y la lluvia nunca apareció, ¿Cómo iba a aparecer si la noche tenía que ser perfecta?.
Después el del juego. El contexto general invitaba a pensar que Millonarios, que tanto defendió con los dientes el arco en cero en Brasil, iba a salir a controlar la serie defendiéndose. Tampoco pasó y la muestra clara se dio recién empezó el partido. En la primera descolgada azul que derivó en un centro de Érvin González y que no alcanzó a concretar Villagra. La propuesta de Vanemerak era clara, había que cuidar la ventaja, pero con la pelota y no defendiendo con los dientes. Y Millonarios tuvo cuatro o cinco aproximaciones más, pero faltó profundidad. Sao Paulo le apostó al pelotazo buscando a sus tres atacantes. Nunca funcionó. La defensa azul estuvo inmensa, impasable, impenetrable. Ese fue el primer tiempo, Millonarios con un absoluto dominio del juego pero carente de profundidad, mientras Sao Paulo no era punzante.
El segundo tiempo mostró a un equipo brasilero que intentó buscar sin éxito siempre la forma de penetrar la sólida defensa millonaria. En cambio, Millonarios perdió posesión del balón, pero ganó en profundidad, con un inmenso Rafael Robayo que tomó la batuta en la contención, al mejor estilo de Bedoya. El juego se centró mucho en la mitad, la profundidad bajó en un alto porcentaje, hasta que llegó ese hermoso minuto 31...
Cómo olvidar el momento: Recuperación de balón de Robayo; el pase enorme de Jonathan Estrada a manera de centro; la maniobra de Villagra llevándose la marca buscando un cabezazo que claramente no iba a alcanzar, pero logrando su objetivo: la distracción; la entrada de Ciciliano que con un derechazo feroz venció a Rogerio Ceni. Golazo, delirio, explosión de felicidad en todas las tribunas. Ahí sentimos todos que había terminado la serie. Sao Paulo se fue encima con todo lo que tenía, sus once jugadores se volcaron en territorios embajadores buscando desesperadamente el empate. Fue tan bueno el partido de Millonarios que Sao Päulo, el mejor equipo de brasil, lucía confuso, diminuto. Y fue así como llegó el segundo gol, luego de una jugada peligrosísima del visitante (la segunda y última de todo el partido) en la que con los 10 hombres sin contar al golero se fue con toda y ante un descuido de Blandón la pelota fue salvada en la línea, y de ahí salió el segundo. Tan jugado estaba Sao Paulo que Ciciliano recibió solitario una habilitación y se fue en una carrera enorme hasta el área rival para definir con otro derechazo preciso y batir a Rogerio Ceni. Fue el segundo, fue la lápida para Sao Paulo. Lo demás fue solo euforia, observar y escuchar ese monstruo de 42000 cabezas cantando al unísono, ya todos de pie, mientras los minutos pasaron y llegó el final.
Vino después la celebración, ver a Vanemerak llorando como un niño por el logro adquirido. A los jugadores en la mitad de la cancha agradeciendo el inmenso apoyo y a los más de 42000 hinchas respondiendo con aplausos y cantos de aliento. No sabemos aun quién será el rival en semifinales. No importa igual, será hasta dentro de una semana. Por ahora sabemos que nuestro equipo del alma está entre los cuatro mejores equipos del continente. Indescriptible es también la fiesta que se vivió a las afueras del estadio, al calor de unas cervezas, las más sabrosas de todo el año.
Sin duda la celebración sigue. Aun estamos en ese letargo, pero mañana en absolutamente todos los rincones de este país llegará alguien con su camiseta de Millonarios y una sonrisa enorme que no se quita con nada, porque el más grande ya está en semifinales, dejando atrás al líder del torneo peruano, al campeón y actual líder del fútbol colombiano, al subcampeón de la adición anterior y actualmente tricampeón de Chile y ahora al mejor de los clubes brasileros. El mismo que sacó a boca Juniors y eso no es cualquier cosa.
PD: Tal vez el único lunar de la noche estuvo por cuenta de los hinchas que llevaron pancartas para con la gente de Fox Sports buscando sus "cinco minutos de fama" en la televisión internacional. Dejémosle eso a los paisas que ellos sí que saben ser expertos en la lambonería barata con tal de salir en televisión.Ya en el torneo local, los suplentes perdieron con Bucaramanga en el último minuto, resultado que prácticamente nos deja eliminados. Toda la energía está enfocada en la copa ahora, aunque debemos lograr la mayor cantidad de puntos posibles por el factor reclasificación.
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